lunes, 5 de agosto de 2013

Niños/lirios.

Y después de que la fuente que parecería inagotable de miedos ha dejado de fluir, qué. Ya no pienso las mismas cosas, ya no siento los mismos sentimientos; es cierto que unos se quedan guardados como añejados, pero no entiendo esas ganas de formatearse el cerebro como solución mágica a la vida turbulenta. Me gusta lo que me gusta y siempre me gusta todo, lo bueno, lo malo, como la canción de control machete.
Aún te sigo soñado y esperando que pase algo más, aunque no quiero que pase nada, mis sueños borran todos los días de mi inconsciente las necesidades absurdas de cariño. Pero, eso quiero, cariño. Un rose de materia que se siente como tocar terciopelo, o que andas bien tachado, aunque no sea de ninguna forma cualquiera de esas dos cosas.
Quiero querer-te, parece que no tanto, pero enserio, mucho. Te hace falta y me hace falta a mí querer más, y a más… Siempre busco sinónimos y no homónimos. Todos están lejos o los alejo y cuando no lo están, nos separamos por capricho. No hay interés. Que así se quede porque luego pierde el chiste, se colapsa con ideas taradas que nos obliga-n a pensar.
Este año no es el mío aunque el calendario chino diga lo contrario. Tengo una gata y es lo mejor que ha pasado en seis putos meses, digo, aparte de las experiencias fantásticas en las carreteras de mi baja califas, que son muy mías: las experiencias y las carreteras.
Hablando de gatos, tú eres uno, un cachorro asustado de ojos bonitos, y yo, soy la Chorita, bien salvaje, rasguña muebles. Intensa y para acabarla de chingar, bien molesta porque quiero que me hagan caso. Siempre.
Los gatos me dan alergia. Estar sola, sola de verdad, también. Qué triste soy por dentro pero estando en familia se me olvida.