martes, 5 de agosto de 2014

Lo necesario.

Esta, por mucho, ha de ser la última vez que te escribo. 
Me impresiona la capacidad para retener sentimientos, en dónde caben los secretos, las angustias, los momentos agradables guardados. Cómo podemos estancar tanto. 
Logro entender que como animales de instintos reaccionamos a las acciones o momentos repetitivos; por ejemplo con el caso del fuego, quema y siempre tendrá esa capacidad, así aprendimos a saber que no debemos de acercarnos a él con tanta familiaridad. Guardamos esa comunión con las cosas naturales y físicas, pero las emocionales y psicológicas son distintas, las podemos modificar, algo que un día nos provocó felicidad, probablemente años después será algo tan común que no provocara el mínimo. Lo mismo con cualquier otro sentimiento o comportamiento.
Pasó más de media década y el ciclo se repitió como coincidencia, pero en realidad fue cuestión de sanar y ser capaz de poder reaccionar de forma apropiada. Ahora y fortalecidos volvimos a encontrarnos, tal vez equivoquemos ciertas reacciones porque ya no nos entendemos tal cual pudimos hacerlo en algún momento, lo grandioso es que conociéndonos como adultos podemos aportar más sustancialidad a nuestras existencias porque precisamente ha sanado aquello que un día no permitió que compartiremos el devenir. El ciclo fue perfecto, porque en realidad no solo fuiste tú que le ha vuelto la importancia a los días nublados –hasta la tormenta fue el símbolo de este recuentro- si no que hubo varios encuentros con personas que jamás pensé volverían a hablarme con tanta naturalidad. 
Tal vez lo busque, tal vez las coincidencias no existen, uno las delimita. Hoy las estoy disfrutando como se presentan y admiro a los demás por verme de igual manera que como hace tanto tiempo aprecie me miraran.