martes, 1 de diciembre de 2015

Escribir en un blog.

Publique en Sunya en Octubre de 2015.
Tiraje de 25 Copias DIY


Escribir por escribir, sin pensar en que alguien más leerá, o si lo que escribo tiene coherencia.
Hace diez años empecé un blog, hoy son mensuales las publicaciones que hago. Pero nunca he dejado de escribir. Al principio, parecía un anecdotario, con días e ideas descritas.
En ese año -2006- había comenzado la preparatoria en COBACH, plantel Ensenada, ahí conocí a Fernanda, Aaron, Jesús, Hugo y Miriam x 2 (eran dos chicas con el mismo nombre), había cierto apego a que cada grupo conformado por ciertos amigos seccionados en los salones se pusieran un apodo para nombrar su “team”, “crew” o como le digan ahora los morros, en nuestro caso era “kushunes”, una palabra que invente y que no sé hasta la fecha de donde salió, pero lo sigo utilizando para mis contraseñas o cuentas de correo. En el blog describo mi cotidianidad a lo largo de mis días con estos personajes, de los cuales con sólo uno y después de varios años, sigo en contacto. Claro que a los demás los tengo en Facebook pero sabemos que eso no es símbolo de contacto real.
El blog necesariamente es parte de mí, como cuando te adjetivas la sinceridad o la amistad, yo pienso en mis adentros: “blogger”. Incluso el layout o paleta de colores de la página, se ha modificado en cuanto a mi estado de ánimo o la circunstancia en la que me encontraba. Hoy por ejemplo se encuentra un poco colorido, pero siempre he intentado el minimalismo para darle solo prioridad a lo que está escrito.
Un tiempo recibí muchos comentarios, varias personas al parecer se interesaban por lo que tenía que escribir, era mutua la atención, de igual forma me acercaba a leer a otras personas, incluso como un vicio que ahora se descarga en menos de 140 caracteres.
Fue indudablemente una experiencia que cambio muchas de mis ideas de adolescente. En la universidad al cambiar de ciudad, el blog se convirtió en una crónica de esta transición y al entrar al campo de estudio de la filosofía, el blog se convirtió en un reflejo de lo que aprendía y que hasta ahora me doy cuenta, fue abundante. Por su puesto que el blog servía para descargar todo aquello que académicamente no podía expresar.
Precisamente por la universidad y por perder el miedo a los escritos para un público (gracias al blog), pude asistir a distintos congresos en diferentes  estados del país a exponer mis ensayos académicos. Estos viajes quedaron plasmados en una libreta que sigo usando cuando me voy de pata de perro, aún hay cosas y escritos que no se han publicado.
Tal vez, las casualidades sean muy variantes y podamos ser parte de una estadística, pero en pocas ocasiones puedes hablar de coincidencias y azares, como en mi caso, que por estas salidas fuera, me dieron la oportunidad de conocer a personas, que sin cuerpo, leía con tanto interés. No los había visto en persona y era muy extraño que una fotografía figurara en sus entradas.
Fue idóneo, platique, abrace e incluso tome unas cervezas con estos desconocidos, que conocía seguramente mejor que las personas con las que convivían diario. Conocí a otros ‘bloggers’ y cuando hablamos nunca dijimos nada de lo que escribimos.
Lo pienso y me maravillo de lo instantáneo que es el internet y su magnanimidad, al mismo tiempo, me preocupa que tanta información este ahí, al alcance, y aun así exista tanto pendejo.

Hoy me ocupo de ser docente, de modificar ideas y guiar pensamientos, trato de que mis alumnos escriban lo que piensan, sienten y describan la realidad que viven. Esto ocupa mucho tiempo y/o energía, por lo que mi escribir a reducido considerablemente. Sin embargo, seguiré publicando por el único acto de satisfacción, aunque de lo que escriba no importe, no tenga sentido o de plano no le interese a nadie.