Tiraje de 25 Copias DIY
Escribir por escribir, sin pensar en que alguien más leerá,
o si lo que escribo tiene coherencia.
Hace diez años empecé un blog, hoy son mensuales las publicaciones que hago.
Pero nunca he dejado de escribir. Al principio, parecía un anecdotario, con
días e ideas descritas.
En ese año -2006- había comenzado la preparatoria en
COBACH, plantel Ensenada, ahí conocí a Fernanda, Aaron, Jesús, Hugo y Miriam x
2 (eran dos chicas con el mismo nombre), había cierto apego a que cada grupo
conformado por ciertos amigos seccionados en los salones se pusieran un apodo
para nombrar su “team”, “crew” o como le digan ahora los morros, en nuestro
caso era “kushunes”, una palabra que invente y que no sé hasta la fecha de
donde salió, pero lo sigo utilizando para mis contraseñas o cuentas de correo.
En el blog describo mi cotidianidad a lo largo de mis días con estos
personajes, de los cuales con sólo uno y después de varios años, sigo en
contacto. Claro que a los demás los tengo en Facebook pero sabemos que eso no
es símbolo de contacto real.
El blog necesariamente es parte de mí, como cuando te adjetivas
la sinceridad o la amistad, yo pienso en mis adentros: “blogger”. Incluso el layout o
paleta de colores de la página, se ha modificado en cuanto a mi estado de ánimo
o la circunstancia en la que me encontraba. Hoy por ejemplo se encuentra un
poco colorido, pero siempre he intentado el minimalismo para darle solo
prioridad a lo que está escrito.
Un tiempo recibí muchos comentarios, varias personas al
parecer se interesaban por lo que tenía que escribir, era mutua la atención, de
igual forma me acercaba a leer a otras personas, incluso como un vicio que
ahora se descarga en menos de 140 caracteres.
Fue indudablemente una experiencia que cambio muchas de
mis ideas de adolescente. En la universidad al cambiar de ciudad, el blog se
convirtió en una crónica de esta transición y al entrar al campo de estudio de
la filosofía, el blog se convirtió en un reflejo de lo que aprendía y que hasta
ahora me doy cuenta, fue abundante. Por su puesto que el blog servía para
descargar todo aquello que académicamente no podía expresar.
Precisamente por la universidad y por perder el miedo a
los escritos para un público (gracias al blog), pude asistir a distintos congresos
en diferentes estados del país a exponer
mis ensayos académicos. Estos viajes quedaron plasmados en una libreta que sigo
usando cuando me voy de pata de perro, aún hay cosas y escritos que no se han
publicado.
Tal vez, las casualidades sean muy variantes y podamos
ser parte de una estadística, pero en pocas ocasiones puedes hablar de
coincidencias y azares, como en mi caso, que por estas salidas fuera, me dieron
la oportunidad de conocer a personas, que sin cuerpo, leía con tanto interés.
No los había visto en persona y era muy extraño que una fotografía figurara en
sus entradas.
Fue idóneo, platique, abrace e incluso tome unas cervezas
con estos desconocidos, que conocía seguramente mejor que las personas con las
que convivían diario. Conocí a otros ‘bloggers’
y cuando hablamos nunca dijimos nada de lo que escribimos.
Lo pienso y me maravillo de lo instantáneo que es el
internet y su magnanimidad, al mismo tiempo, me preocupa que tanta información
este ahí, al alcance, y aun así exista tanto pendejo.
Hoy me ocupo de ser docente, de modificar ideas y guiar
pensamientos, trato de que mis alumnos escriban lo que piensan, sienten y
describan la realidad que viven. Esto ocupa mucho tiempo y/o energía, por lo
que mi escribir a reducido considerablemente. Sin embargo, seguiré publicando
por el único acto de satisfacción, aunque de lo que escriba no importe, no
tenga sentido o de plano no le interese a nadie.