Soy una nube de
ideas, de emociones y sentimientos y me caga. No puedo ser tan clara como el
viento o de nuevo ser agua.
Todo lo que más amamos nos hiere dice Borges, pura
razón tiene. Pero es uno quien permite el abrirse a los otros, y que terribles
somos en otredad, que no sabemos lidiar con lo que es el otro.
Los días se van
en demasía rápidos, y mamá el otro día me platicó que la vecina le habló que
esos días vendrían, estaba escrito en el final de su libro (biblia). Me hizo dudar
un rato, confieso, pero luego solo atine a reírme y a matarle la cura a mi mamá
para que no se ondeara también ella. Y
es que últimamente los libros me tiran pedradas, claro que también tiene que
ver con el tipo de lecturas que hago,
pero mucho depende del humor que tiene una para pensar; algo que no
puedo hacer –eso del humor- para comportarme en mi trabajo. Los chavitos se
sacan de onda de volada y me inquieta el tipo de influencia que puedo ser. Ser
maestra también es una imposición a la filosofía de la autarquía que quiere
comenzar una.
Ahora pareciera
eso, que no llega el kairos para hacer las cosas, pero resulta que si hago, y
hasta me canso, pero la inquietud que traigo por dentro solo viene a reflejar
otras necesidades que he dejado de lado por irme en esa corriente del
imperativo categórico que todos traen atorado en su chip intelectual. Casarse, tener hijos, ¿para qué vergas?
Voy a vender
todas mis cosas e irme a la chingada. Quiero viajar es lo que me falta.