jueves, 7 de abril de 2016

LLuvia ♥

Hoy mientras terminaba de leer un cuento de Murakami – esto suena en especial pretencioso, pero suena bien- miraba la lluvia caer. Me tocó cuidar el área del pasillo que da hacia la pared blanca de la escuela, ésta divide a las casas, del teatro y la cancha de tierra. Miraba la lluvia y pensaba en lo mucho que me gusta ver llover, también en cosas absurdas que siempre acompañan a ese pensamiento, como que, ya nadie mira la lluvia; melancolías de películas.
El cuento se trataba de un velador que una noche se asustó de un espejo, uno que nunca estuvo en la noche que lo miró. Esas analogías siempre las hago para mis adentros, o veces las escribo, la de los espejos y el otro que está en reflejo.
Luego mire la lluvia otra vez, pensé: las paredes blancas no dejan ver como caen las  gotas de agua. Y al mirar a un niño con la palma de la mano alcanzando las gotas de las orillas del techo para que golpean su mano, divague: Queremos que nos golpeen esas gotas gruesas y toscas, pero cuando pasas el lumbral,  te acarician como si no quisieran caer. O algo por el estilo, menos trabajado como lo que acabo de escribir.
En al camino al departamento donde vivo se crea una especie de rio de aguas negras. Cuando llueve la colonia se convierte en el vertedero de la delegación que esta sobre de ella. Me dio asco y pensé en el video de las chicas que salen en una piscina de plastico para niños lanzándose sobre ese mismo río, pero en otras lluvias.

Si anotara todo lo que pienso tendría el 10^ de los cuadernos de escritos que guardo, quien sabe para qué.