jueves, 21 de junio de 2012

Tengo una costra.


Viví hace doscientas décadas en un lugar que ya no existe, morí como hombre que muere por ideales que se empobrecen con el tiempo. Heme aquí improvisando versos, queriendo arrebatarle la muerte a mis axilas.  Sucedo como el tiempo que no existe sucede en las cabezas de los vivos, que dicen vivir al menos. Sus almas también pobres se atreven a gritar cosas, que intelectuales y artistas gritarían en su más ambiciosa ebriedad. Y dónde esta la verdad. En la mugre de mis uñas.
Se mueren evitando ser homosexuales y lesbianas cuando su naturaleza es ambigua como la misma naturaleza lo es. Disposición del hombre llamarle madre a la tierra y al cielo padre, pero ninguno ruega ser sometido, ni defiende su veracidad.
Hay cosas que están muy claras en mi mundo de mierda.

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