miércoles, 13 de noviembre de 2019

Inmortales

La vida en Ensenada es otro espejo. No sabía que tan estresada y nerviosa vivía en Tijuana, tanto que llegue a tener ataques de ansiedad y cuadros depresivos, apenas hoy después de varios meses puedo decirlo, no fue la ciudad en sí, ni las personas con las que conviví, a las cuales ya he dicho solo les tengo agradecimiento, gracias porque toleran mi negligencia emocional; fueron las vicisitudes que me llevaron a tener experiencias traumáticas que evidentemente afectaron mis actitudes o conductas ante la vida, me lleve a algunos entre las patas y sé en qué equivoque al relacionarme con otros, no me quedo en el intento, sigo aprendiendo, pero también aprendo de mí en el transcurso y sé que no está en mi poder cambiar lo que piensen de mí los otros, porque todos los que me rodean tendrán una versión diferente, al final solo yo conozco mi propio ser y sé que soy una persona que ofrece amor y eso y no menos espero recibir. Nadie decide sacarse de la vida de los demás, pero si permanecer (o no) a pesar de todo aquello que pudiéramos mal interpretar (o no); hay que hablar más desde el egoísmo puro para q los otros nos entiendan, pues hablar desde el YO limitado es no poder ver más allá de lo que se quiere entender.

1 comentario:

Marco Peña dijo...

Es difícil en ocasiones entender cómo nuestra mente nos puede armar semejantes líos.

Justo hace poco cerré una crisis existencial que me tenía muy ansioso y perturbado emocionalmente. Y coincido totalmente contigo, nunca se deja de aprender, incluso sobre uno mismo.

Espero estés muy bien.

Saludos!