jueves, 25 de marzo de 2010

Serendipía;

He de decir que dejo muchas cosas siempre, y ahora entre ellas, han de ser los nombres. Ya no hay motes que describan con claridad, pues nada. Conceptos solamente que se diluyen mientras ahora mismo los escribo.
Esto es personal, siempre lo ha sido; sin embargo me inundo en vacilaciones que ahora no quisiera contemplar… o escribir.
Siempre preguntan, “¿por qué?” y ya lo dije antes, me parece una pregunta mal formulada. Pues bien, responderé, cada época es diferente y no puedo expresarlo en medidas tan universales como lo puedo hacer mejor en mi misma. Así pues, el nombre sin nombre, pues si fuera necesario no tendría uno. Me gusta ser la S que se encadena a percepciones, pero me gustaría que fuera menos abstracto y un poco más natural.
No podemos cambiar si no nos desfragmentamos. Así comienzo o termino, los ciclos ya tampoco me importan, aunque ya le haya adherido tiempo al expresarme en épocas. Uno no puede ser divino tampoco.
Una canción fue la culpable, para evitarme problemas de etimologías pretendo liarme con la justicia. Así pues, si fuera necesario me deshiciera de todo, pero tampoco se trata de jugar al omnipotente. No puedo borrarle al viento los suspiros.
Explicar las cosas exaspera, me hastía y hasta me corrompe así que la dejamos así. Sigo siendo, ni mejor ni peor, más bien desintoxicada, desmoronada, descubierta, destapada, despreocupada. Más yo.

Si se ha borrado algo han sido los comentarios pero ya fue eso un mero devenir. Lo siento en verdad.
Espero esto ya no sea la porquería que solía ser.
Algo bien.

3 comentarios:

David Navarro dijo...

El devenir pareciera tan complejo para los intelectuales que hasta pareciera excitarles su ignorancia, la única razón y verdad que este esconde es que la base de todo conocimiento se encuentra en el movimiento estático del todo, asimismo cada existencia simple, cada acto, el que sea, representa el microcosmos en su más pura y totalizadora expresión.

Haces bien contestando cada vez de distinta manera la misma pregunta.
No soy un experto en el devenir, pero lo desentiendo, y lo explico en un fractal.
Saludos.

Samuecchi dijo...

Yo no sabría preguntar por qué. Tampoco sabria decir si es necesario. Tendemos a ser muy ritualistas y, asumo, este cambio tiene algún dejo de ceremonia para usted.

Bien, yo la felicito.

No cualquiera lleva a cabo la hazaña de cambiar el nombre (o quitárselo, dicho sea de paso) por aquéllo de la identidad, la carta de presentación y tal.

Un saludo. Andaremos por aqui, con o sin nomenclatura.

Ulises Valderrama dijo...

Entonces, no argumentaré y que la ausencia de vocablos sea la que calle.