viernes, 15 de julio de 2011

Le escribí mi amor al sueño.

No sé, me tengo que enamorar de ti. De ellos, de todos. De ti, como ellos, como algunos otros. De ti con tu piel blanca, solida, brillante y sencilla. De ti, ojos grandes, figura cuadrada y encerrada en si misma. Me tengo que dejar seducir por tu cabello, tu mirada, tu cuerpo. Ser sincera, siempre, decirlo, nunca.
He hablado con el silencio, con el ruido, con la bestialidad de tu boca rojisa, con la ternura de tu vista distante que no me mira y me mira.
Por qué? No sé. Pero estas ahí en mi sueños, como un suspiro, vienes, te vas y me dejas con una sola sensación, como todos y ellos, de vacio.
Yo que puedo pedir mas que condolencias, porque no creo nada y a todos les creo, incluso a ti que cenas pesado, que te acuestas y no duermes y duermes pero te insulta todos los días el sueño.
No sé, me tengo que enamorar, de quien sea, de quien me mire de lejos y entienda.
Con que simples y erradas palabras me dirijo a un mundo que sólo en mi mente se queda; apareces ahí, en un beso que siento en medio de las entrañas mal trechas, siempre ausente; no te puedo mas que sentir en el sueño.
Qué palabras te digo, si no digo nada con ellas. Yo no me enamoro de cualquiera y cualquiera puede estar esperando el amor que a distancia se acerca. Yo no quiero amor, ni distancias, no tengo mucho, pero tengo de ello lo que puedo. Y no puedo mas que decir que me enamoro de ti en el sueño y te beso.
Le hablo de ti a mi sombra que es la única que escucha cuando estoy dormida, suspiro inagotable.
No sé, me tengo que enamorar de ti, de ellos, de todos. Porque así fuimos hechos, inventados, instituidos, a decirle amor al sueño. Tú no existes, eres un invento, tu piel, tus ojos, tu boca que nunca me ha besado. Eres un cuento, que no cuento y me cuenta, cuantas cosas no hemos de decirnos cuando soñamos.