jueves, 21 de febrero de 2013

Ojos navaja

Tome la decisión de intoxicarme y conocer el paraíso en el fondo de un sillón. Entre mis sueños conocí el infierno y no parecía tan malo como lo describen los cristianos.
El diablo no es más que la conciencia perdida en un culto, una idea relativa que aumenta con el peso de la moralidad. No hare mofa de tantos nombres que le han puesto a dichoso ser inhumano, no estoy abriéndome al dialogo porque no hay que hablar con piedras más que para conocer la verdad, o encontrar nuestro punto en el universo.
Discuto en pequeños pasos la abundancia y redundancia de la vida, en pequeños textos que no parecen tener sentido, o pertinencia… incluso carecen de coherencia. Lo hago de esa forma porque no vine a revolucionar, incluso ese concepto lo ha comprado el llamado capitalismo, que aunque no funciona, se argumenta muy bien por la caja (caca) de colores. No soy lo que el mundo espera a manera de mesías en un segundo round contra el mismo mundo esclavizado por la tendencia.
Vine a ser parte del montón, de la gente, del pueblo que no entiende nada, que no se informa, que no lee. Ahí están las ideas, dónde no se generan.
Todos se distancian de lo que podría resolverles o darles a entender la vida y yo no voy a ser uno de ellos de los todos que no son nadie.

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