viernes, 24 de marzo de 2017

sublimación

Llevo varios años tratando de copiar a un cuaderno que me regalo A. en un cumpleaños todo lo que he escrito en este espacio, apenas voy en el 2012, es el segundo cuaderno que  me acabo, no es tanto pero al final de las cuentas, ya que lo veo en papel cambia, y que extraño que algo que puedo escribir de forma más sencilla en el espacio digital, tarde tanto en llevarlo a la realidad, a lo tangible, me pego mucho ese texto que leí de Baudrillard para el programa de radio.
He descubierto qué de ahí viene la fuente de mis ganas y forma de escribir, leer es la cura a mis síntomas depresivos, hoy me pregunto una niña: ¿le gusta mucho leer? De manera que afirmaba lo que preguntaba y me sentí bien, cómo un ejemplo que les permite ser quienes son, pero todavía no me quiero creer el papel que todos se dan de docentes.
En un momento pienso de nuevo en que si empezamos a hacer ese procedimiento cognitivo y pasáramos todo, de lo digital a lo material, probablemente no todo tendría sentido, o estaríamos atestados con  cientos de figuras retoricas que, literalmente en objetos, se vuelven inservibles. La transformación del lenguaje ya sucedió, en la inmediatez que los posmodernistas no pudieron intuir preocupados por afirmarse primero, error de todas las filosofías, estructurarse. Decía la Basura Café que nada más uno empieza un discurso individualista, se espantan las mentes hipermodernas que siguen pensando en la colectividad.
Yo sigo pensando, en el yo sigo pensando, desde dentro, bien profundo para mi propia idea de vida. Es una responsabilidad muy grande le decía S. con unas lágrimas en los ojos, como soltando desde lo mas profundo de mi, mi realidad, sentí un alivio verla también afirmándose junto conmigo, compartiéndose por voluntad. Afirmarse a sí mismos es lo más difícil que se tienen que hacer, antes de afirmar un ideología ajena a uno.

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