En medio, en un principio, en el filo, en la marea, en la línea que divide mar y cielo, te pienso más y cansa, te me apareces y te siento, tus cejas, tu cuello, tú siendo.
No afirmó, puedo no ser, comprendo sí, no me detengo, aun no despierto de las formulas onduladas de tu cabello y descifrar no quiero. Entender y vivir, respirar un día, un anochecer. Hija de Sísifo sin latir, sin sentir, por oír que dices mi nombre, inquietud por ver tus ojos profundos, conocer el ser y la fuerza, sin receta sin remedio, el organismo palpitando sin sueño.
Quiero invocarte, que aprendas a leerme y que te cause compartirte, ver el vacio en los huecos de tus rasguños. Discutir de todas las cosas más simples sin que se convierta la vida en despedida, saberlo todo y seguir descubriendo debajo de una sábana de hierba. Lo entiendes bien y te causa un grado de algo que no sé qué es, eres un ser que no le teme al encuentro, pero analizas primero y descifro en ti lo que en mí no entiendo, ciclos incompletos sin tener un revoltijo de sanciones o sentimientos; contigo siento, quiero gritar, al verte me contengo.
Me pienso descansando mi cuerpo en tu lado izquierdo.
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