Por: Sonia López
Fue en la segunda entrega de estos breves textos de Filosofía Oriental, donde resumimos, de alguna forma, una variante del Budismo, mientras que en la primera, hablamos del origen del Hinduismo. Esto es muy importante de aclarar y que no exista confusión, el hinduismo y el budismo, no son lo mismo, por ejemplo al hablar del budismo Zen hablamos de una práctica más ubicada dentro de la religión, pero también de los principios éticos para dirigirse ante el mundo según la cultura de Japón, es una variante en la práctica de esta tradición Oriental del entendimiento de la figura de Buda Gautama, es decir un tipo de filosofía de esa área del mundo, una versión de una enseñanza general; esa generalidad es el Hinduismo, pues en este concepto se habla del conjunto de información que tenemos acerca la historia de la Filosofía de India, de las primeras civilizaciones del Valle del Indo, o de su narración mitológica, su conocimiento es tan abarcante y complejo que se vuelve totalizador, fue difundida "La Liberación de la Conciencia" a través de los Sutras, o los archivos de la palabra de Buda, en todo El Lejano Oriente a través, por ejemplo, de los Vedas o el Bhagavad Gita.
Son dos las vías por las que se alcanza esta liberación y de las cuales existen variantes de tradiciones, religiones y filosofías: 1) Hinayana “el pequeño vehículo” y 2) Mahayana “el gran vehículo” o el estado de budeidad; esta última forma es propia de ciertos territorios orientales como de los pueblos del Norte, de lengua sánscrita, del Tibet y de China, florece en una gran variedad de prácticas y enseñanzas generando a su vez varios tipos de escuelas, su idea central es el culto a Buda, llegar al estado de Buda, y de una devoción a alcanzar la salvación de los otros, tiene esta vía procedencias más primitivas y produce sistemas metafísicos y epistemológicos.
El budismo al parecer llega al Tibet por Padmasanbava, practicante del budismo tántrico o Vajra; este maestro introduce la práctica del budismo Tibetano, Lamaísmo o el budismo Vbajrayāna, budismo que se desarrolló en los Himalayas. Todos los “budismos” concuerdan en que podemos utilizar la sabiduría para librarnos del sufrimiento, y son enseñados de maestro a estudiante a través de la recitación de los Sutras o de otros textos sagrados.
Es difícil, cuando las traducciones, los estudios o los expertos en el tema no pueden coincidir totalmente, sobre todo en un lenguaje como el sánscrito en que se escriben estos grandiosos textos, entonces, asumir que realmente tenemos un conocimiento concreto de la lengua sánscrita es demasiado arrogante; al parecer el sufijo tra, como en mantra o sutra, significa, “proteger” u “otorgar gracia”, mientras que la raíz verbal tr en cualquier enseñanza oriental es algo así como “cruzar”, o la acción de ir de un lugar a otro. Las etimologías son importantes, ya que nos indican el significado de una palabra desde su raíz. Por supuesto que en una gramática derivada de la tradición que solo era oral, como en lenguas indígenas mexicanas, hay pocos intentos de traducir y escribir por ejemplo del zapoteco al español, es complicado tratar de escribir o traducir en comunes y cuadrados abecedarios (occidentales además) ideas que solo se transmitían de forma hablada.
Por la manera en la que se transmite de forma oral, un Sutra nos indica un tipo de experiencia de conocimiento, que nos “protege”; serán en varios aforismos, estas oraciones que han merecido interpretaciones infinitas, y por lo tanto infinitos comentarios, es por ello que estos versos o cánticos proliferaron abarcando toda esta área del mundo que nos parece “lejana”; oriente se llenó de formas de entender “el fin del sufrimiento” o “liberación”.
Uno de los motivos principales de las enseñanzas de estas sabidurías, si bien es las práctica del despertar de la conciencia (liberación), también es comprender las transformaciones del cuerpo y de la mente en los planos no solos vivenciales, sino también mortuorios, pues no son ajenos, ni paralelos ni tampoco uno dependiente del otro, vivir y morir son parte de un solo proceso de la mente, que al estar “despierta”, alcanza su liberación al cruzar el bardo o el Estado de Transición, momento donde la fuerza vital pasa a un estado de desvanecimiento; frente a la muerte se adopta una actitud de la mente en estado de iluminación, amor y compasión, o eso nos explica uno de los que se consideran grandes textos de la humanidad, el Bardo Thodol.
Padmasanbava (s. VIII d.n.e) fue quien desarrolló en el texto Bardo Thodol, una guía para aquellos que están muriendo, es usado en todos los países budistas de los Himalayas, es escrito en el siglo octavo y los maestros tibetanos recitan en el acto funerario el Bardo Thodol para guiar al ser, para el entendimiento del proceso de muerte. Podemos detenernos a hablar acerca de los ritos fúnebres mexicanos, pero de los prehispánicos, que son los más interesantes, para hacer una comparación entre estas tradiciones religiosas, ya que tienen un sentido similar, proponen por un lado, la inquietud de un ciclo y que las acciones vivenciales suponen un devenir, mide tu situación vivencial, el ahora que juzga lo que eres, o lo que no eres; y por otro lado proponen desvanecer todo aquello que te hizo un ser material, los sentidos, el intelecto, los sentimientos, objetos del mundo fenoménico y así evitar la reencarnación (sin olvidar que también este concepto será tema de otro texto de la columna).
Para la mente, la continuidad de la existencia no tiene origen y que nunca morirá, es decir, sólo despierta o se libera al cruzar los bardos hacia la Trascendencia, nos acontece el mayor acto de sabiduría, entenderse en el universo, y ser uno con él: la muerte. Son seis los bardos que se avecinan en este proceso hacia trascender, sin embargo cada uno o todo lo que aparece son nuestras propias proyecciones, hemos oído muchas veces que “al morir ves tu vida pasar”, hay entonces que reconocer el halo de nuestra propia naturaleza en una completa amplitud de conciencia. En el deceso del cuerpo animado solo se atraviesa -se cruza (tr)- por los estados de la mente en que se construye la realidad: la forma, la sensibilidad, la percepción y la conciencia, lo que se considera como realidad proyectada como imágenes que a su vez emanan del ego, para formar el universo propio, o los elementos materiales que lo constituyen.
Bardo Thodol es un análisis casi psicológico de lo que le sucede a la mente en la hora de la muerte, desde el paranoico funcionamiento machacante de sentido crítico o eso de “ver tu vida pasar”, hasta la del despertar a la conciencia pura, a la nada o el vacío, o al perfecto estado de iluminación. Todos estos estados son presentados por procesos en donde liberas desde sentimientos hasta acciones que te han producido karma negativo, y que no te permiten abandonar las tendencias de la conciencia al habitar un cuerpo material, también se representa bajo colores del arcoíris en las luces que se perciben de los diferentes estados de bardo, así como en las divinidades que aparecen en cada “estación/bardo". Cuando se habla de dioses o divinidades como proyecciones de la mente es porque representan esas actitudes, conductas o sentimientos propiamente humanos, así como lo vamos a ver con el panteón griego o romano de dioses, o en el de nuestra cultura donde hay también características duales en cada divinidad, como las que aparecen en la construcción de conceptos de la filosofía derivada del Bardo Thodol.
Debemos de señalar a manera de síntesis que el vacío no debe ser considerado como el vacío que deriva a la inexistencia, sino como la conciencia misma, sin trabas, brillante, universal y feliz, el vacío en este texto sagrado representa la conciencia de ser parte de la naturaleza, naturaleza que es vacío para generar vida, aunque sin sustancia alguna. Al no tener miedo a la luz, “al vacío”, y al dejar la mente relajada y tranquila se alcanza la Iluminación = ser Buda. Recitar el Bardo Thodol en el momento de la muerte nos permite alcanzar dicho estado, según los maestros tibetanos, es por ello que debemos repetirlo al menos tres veces al día a partir de la tradición religiosa, pero debemos de aceptar que pocos son los que tienen dicha disciplina, y sin embargo, nadie está exento de alcanzar lucidez en el intelecto con una sola vez que sea expuesto a estas enseñanzas de principios del primer siglo de nuestra era.
“El cuerpo que tú posees ahora es un cuerpo mental hecho de tendencias y, aunque te maten y corten en pedazos, no puedes morir. Como en realidad tu naturaleza es el vacío, no tienes que tener miedo.”
Referencias bibliográficas:
Libro Tibetano de los Muertos, Barcelona, edición Edicomunicación, 1998
Mtras, los cánticos sagrados, Swami Veda Bharati, grupo editorial Tomo, 2008
Diccionario de Filosofía, Dagobert D. Runes, ediciones tratados y manuales de Grijalbo, México, 1960
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