Llegaron a la vida dos seres hermosos que me siguen impresionando. Dos gemelos rayados, Zama y Raich vinieron a cambiar todo el drama, tienen sus modos de ser, su manera de interactuar y por supuesto que la queridísima reina del hogar doña Shora aún no se acostumbra a ellos. Estaban en una caja abandonados en el centro, uno con la boca lastimada. Igual vivieron y se empezaron a acoplar, a sentirse queridos y en casa, primero me estrese demasiado, como haría para tener tres gatos, pero todo se acomodó y funciono para que sean parte de este pequeño espacio, han ocurrido cosas que jamás experimente con mi gatita, estos dos cabrones hacen que de verdad sienta miedo perderlos.
Una década, marca
una dimensión medible del tiempo, de lo que cuenta la historia oficial en
cualquier cultura, unidad de que algo en la humanidad aconteció y así en un día
de mayo del 2013, llego mi gatita y me empezó una ternura por un ser querido, al
verla con nuestra manera de comunicamos, nos entendemos, con afecto y a veces
parece que también discutimos. El aprecio que percibo que me tiene, al igual
que preocupación que sufre cuando me voy, la manera en la que me recibe y la
tonalidad de su maullido como se aparece y desaparece en las sombras, en el vacío,
es vacuidad, parece que todos los sentidos están ahí encapsulados, me miran y
me lo dicen todo, agradezco que se compartió conmigo, gatita de mis días y sin querer,
ayudó a otros, por que su compañía nos hace a todos más grande el corazón.
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