sábado, 10 de noviembre de 2012

Ricardo me hubiera llamado.

A la mujer se le permite amar. Será que desde ahí puede controlar el mundo, amando. Como reinadora de los vacíos, aunque sea sólo uno o ninguno. La mujer tiene cuerpo de vacío, de agua y de fuego, ella nada puede pero todo lo hace. Soy mujer porque un cromosoma (o el fractal que soy) lo determino así. He amado mucho, pero no lo suficiente. Siento como siente la piedra el viento. He de sentir como siente el mar al reventarse en las rocas gastadas por la sal. Nadie me ha enseñado a amar, eso ni los padres lo enseñan, porque ellos aman por sus propios motivos y piedras, porque así escogen su muerte. He amado a muchos hombres, todos diferentes, todos acostumbrados a mover el mundo sin reinarlo, condenados. Todos los hombres se han llevado mi olor, y yo me quedo con el suyo porque yo deje de poseer uno propio desde hace muchos tiempos que deje de conocer como tiempo. No fueron los libros, a ellos no les echen la culpa de ser libros y contener el karma de quien los escribió. No fue nada, mas que la nada que todo lo mueve y todo contiene. No estoy rezándole al cielo por la tranquilidad de mis vidas, estoy admitiendo que le amo porque dejo que mi naturaleza se apodere de lo nunca ha sido mio, mi ser mujer.

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