martes, 7 de noviembre de 2017

Ya casi soy yo.

¡oh dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir! - "La escritura de dios."

Siempre volvió a la hoja en blanco, le aconteció y se formó palabra. En mí no acontece nada, no vuelvo, ni nada. Vacío, ya se vació. Perdido, todo lo reunido, se nos alejó. Fue quizás mejor. Eso nostálgico, decir, adiós.


Si extraño, parece irreconocible, como sombra perpetua. Ya no recuerdo tan bien la sonrisa. Ya no está. Sí, dejo, esa es la paz, fluir, vivir y dejarse morir. Todos los proverbios en infinitivo sobrevenido. Sabe, si solo el algo entiendo. Todo me parece ridículo, perecen las cosas, las cosas no piensan.


Y toda esa sabiduría para qué, nada es permanente, todo cambia, nada permanece, la sentencia máxima de la vida sin sentido. Sentido ocurrente, palpitante, sediento aún, de no sé qué cosa, que no piensa que perece.


Ya carecen las formas de latido, solo son, no son. Perecen como el dolor, como el finito vacío. Con el frio viene la calma, el fuego interno florece y sopla y explota, se hace así mismo. Deviene y se diversifica.


Un ya casi constante, de no volver a ningún lugar.
 

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