¡oh dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir! - "La escritura de dios."
Siempre volvió a
la hoja en blanco, le aconteció y se formó palabra. En mí no acontece nada, no
vuelvo, ni nada. Vacío, ya se vació. Perdido, todo lo reunido, se nos alejó.
Fue quizás mejor. Eso nostálgico, decir, adiós.
Si extraño,
parece irreconocible, como sombra perpetua. Ya no recuerdo tan bien la sonrisa.
Ya no está. Sí, dejo, esa es la paz, fluir, vivir y dejarse morir. Todos los proverbios
en infinitivo sobrevenido. Sabe, si solo el algo entiendo. Todo me parece ridículo,
perecen las cosas, las cosas no piensan.
Y toda esa sabiduría
para qué, nada es permanente, todo cambia, nada permanece, la sentencia máxima de
la vida sin sentido. Sentido ocurrente, palpitante, sediento aún, de no sé qué
cosa, que no piensa que perece.
Ya carecen las
formas de latido, solo son, no son. Perecen como el dolor, como el finito vacío.
Con el frio viene la calma, el fuego interno florece y sopla y explota, se hace
así mismo. Deviene y se diversifica.
Un ya casi
constante, de no volver a ningún lugar.
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