lunes, 29 de enero de 2018

Vacuidad

He tenido voluntad y la suficiente resiliencia para vivir. No tengo nada de qué quejarme, no tengo  en mi memoria algo de que arrepentirme, me basta mucho las pocas amistades que tengo y el amor que he recibido de parejas con las que me he compartido.  Tengo una familia que ante todo me respeta y me aprecia, lo sé porque me lo demuestran, pero a veces no estoy presente, para nadie, ni para mí, es como una falta de algo que no termina de embonar.
Platicaba con mi otro yo, la sincronía en nuestras vidas es de ponerse a pensar si realmente somos dioses duales en busca de nuestra otra mitad, sentí ese proceso repetirse todas las veces, desde hace mucho tiempo que de verdad ha dejado de existir. No hay algo en lo que no tenga que batallar o que no me salga sin tener que ejercer fuerza y energía en el proceso, sea el trato con los demás o la vida cotidiana que se presenta como estrenándose la mala racha. Considero que por ello me encierro, busco la auto destrucción y no digo cosas que veo  en algunos es tan fácil que lo externen. Sé que mis palabras son navajas que incomodan, que hacen pensar cosas que no se quieren pensar, es lo que más aprecio de mí y es lo que más encuentra rechazo en los demás. Entiendo que los espacios virtuales nos permiten no dar la cara y que a su vez estimulan a no pensar, sino solo aparentar o generar información innecesaria, sigo sin comprender cómo las personas bajo ese estimulo pueden ser libres de reafirmarse, de considerarse importantes, de generar juicios de validez que no denotan ninguna importancia, lo que comprendo de ese mundo, para mí solo son tipos de programación numérica en un ordenador, materia inservible y al mismo tiempo nimia.
No me siento importante, ni especial. No existe ese estimulo en mí, ni cuando tuve parejas, ni a veces con amigos o personas cercanas a mí. No es falta de auto estima o auto reconocimiento, sé o puedo saber que lo que logro será por esa voluntad y capacidad que poseo como fuerza motriz que me lleva a conocer y aprender, que es lo único que me complementa. Sigue estado esa grieta, reprimiendo el pecho, invitando a cesar, parar el mundo y que deje de rodar.
Que necesitas para ser feliz, me pregunto y les pregunto a todos cada que tengo oportunidad. Y en serio que no necesito nada, no quiero poseer nada, no tengo deseo por nadie,  ni objeto. De sentir, no sentiría nada si por mi fuera y viviría feliz con una vida vacía, que solo me permita saber que estoy viva para disfrutar la experiencia de vivir en su pureza y no con todo el adorno oscuro de la falsas creencias, de la articulación de identidad, de la absurda posición en que nos ponemos dentro de una manada de individuos que fingen a toda costa interesarse por los demás.

No hay comentarios.: