martes, 12 de junio de 2018

Medio pinchiaño

Últimamente no le hayo razón a la escritura. Pero sigo escribiendo. Casi todo lo que pienso, lo pienso como si lo estuviera escribiendo y no entiendo a quien le narro, a quien le escribo o para que considero plasmarlo en una hoja digital o incluso a veces en un cuaderno. La agenda me ha servido mucho para llenar esos vacíos, en donde es necesario para recordar escribir, como las fotografías que son muy pocas las que hago públicas.
El año pasado termine con una relación muy larga, en el transcurso de este año me voltee en mi carro sobre la vida rápida, me mordió un perro, empecé a llegar tarde a todos lados y aprendí a salir sola, conocí a nuevas personas y mi anime de nuevo a asumir que me gusta alguien. No se cómo sea para los demás pero para mí, fue como un año de suspensión y después desperté, como un largo sueño, no distinguía que era real.
No es al individuo que pretendo repetir si no la sensación calida de afecto que también aprendi a recibir y dar, supongo que es algo humano ese contacto y esa forma de compartirse que parece necesaria, aun no sé si es parte o sigue siendo una resaca de la circunstancia.
Cada experiencia m permite aprender y comprender, cada día sonrió mas, lloro más y soy más yo, asumo tal vez equivocadamente que aunque vaya peor la cosa mejor aprenderé a vivir.

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