martes, 31 de mayo de 2022

La Filosofía de lo Oriental III. Samsara

 

La Filosofía de lo Oriental III. Samsara 
Por: Sonia López “
[...] Y sabed que lo enorme no es grandioso y que el orgullo no es eterno.” 33 -Tagore, 1924 

 No hay ser que pertenezca a la humanidad que no tenga preocupación, entusiasmo o pesadumbre, sobre aquello que desconocemos que sucede antes o después de que el humano se ejercer-se en el mundo: la vida y la muerte. Los biólogos nos confirman el proceso a niveles científicos, podemos percibir con los sentidos una vez que somos procreados o se deja de existir; son los filósofos quienes ondaran en el proceder mental y en nuestra manera emocional de darle explicación a lo largo de nuestra historia, a ese proceder si bien cíclico si bien finito, que ocurre cuando dejamos este plano universal que llamamos lo real. Los cultos a la muerte y a las divinidades dedicadas a la naturaleza creadora le dan consistencia a la noción de que existe una especie de circulación entre eternidad y existencia, una constante, o un proceder infinito para la transformación de la materia que no perece, que solo cambia. En las religiones universales intervienen principios éticos que suponen que las causas/efectos, como en cualquier acto que involucre la acción y afectación, son fundamento de nuestra vida tal y como se construye, aquellas decisiones personales se convierten en una cadena constante que se eslabona para que al final del último eslabón, se decida por suerte de una entidad -dios, destino, universo-, y se determine si somos aptos para el siguiente acontecer cósmico que nos hace seres vivos conscientes, o si es necesario que se siga dentro de esa espiral, que llamaran algunos reencarnación y eterno retorno. Por ejemplo para los egipcios el peso de tu corazón en una balanza comparado con el de una pluma, es lo que determina tu siguiente eslabón, o en los Tibetanos, son los distintos bardos que logras atravesar a través de la iluminación de la conciencia, así como el nirvana que logras alcanzar por ella. Hay ciertos aprendizajes que la vida natural nos muestra, este eterno ciclo en su devenir: amanecer, atardecer, invierno, primavera, infancia, senectud. Para explicar estos irrefutables acontecimientos de la naturaleza, las tradiciones filosóficas de la India, determinan como un viaje del alma a los constantes nacimientos y muertes que debe de pasar un ser para lograr su liberación de ese ciclo, de ese viaje, el círculo de la existencia, la transmigración. Este viaje se justifica a través de dos conceptos, el cual uno es muy pronunciado en la cultura general: 1)Karma y 2) Atman : alcanzar la naturaleza búdica, en la tradición budista, o llegar al nirvana. Aunque en los cantos janicos se clasifican hasta 148 tipos de karma, el significado de esta palabra se relaciona tanto con la vida física (material) como en la mental (espiritual) del humano; se entiende como acción, movimiento o hecho, pues es una categoría para analizar la causación o causalidad de hechos y pensamientos “buenos” y “malos”, determinando así la naturaleza y circunstancias relacionadas a la reencarnación, o llegar al Atman, a la liberación del Samsara, este último término es utilizado en las filosofías de la India tanto en el hinduismo, jainismo y budismo, claro que cada tradición, utiliza su propia terminología para referirse a esa función irrefutable que es parte de la existencia, ese ciclo que condena a los seres a convivir en esos eslabones de vida y muerte. Esta liberación o salvación de los efectos del karma y por lo tanto liberación del Samsara se conoce como Moksa, este concepto afirma que hay una unidad esencial como fundamento metafísico, aquello que le llaman Dios, Destino, Alma, que nos hace seres vivos y conscientes, sin embargo se vive en un permanente engaño debido a Maya, el mundo fenoménico (la materia, la existencia física); así mismo se reconocerse como fundamental la pertenencia a esa unidad entre el fundamento metafísico y el fenómeno de la existencia, que va más allá de aquello que conceptualizamos como bueno y malo, placer, dolor, vida y muerte, incluso los conceptos relacionados con los sentimientos, la voluntad o la conciencia, dejan de tener sentido en la liberación. El Samsara, aparece en los textos védicos como el Bhagavad Gita, estas enseñanzas entre tantas cosas nos hablan del vacío, del desapego, de la indiferencia, a alimentar los sentidos materiales y alentar aquello que con madurez espiritual nos permita dejar de perecer en la vida terrenal, alcanzar el Nirvana, ser Atman. Es un dogma común de la India aceptar y justificar filosóficamente el karma, afirmando que las permanentes vueltas son debido a, y causa del camino del alma en un círculo de vidas y muertes, donde la existencia ronda después de la muerte de acuerdo a nuestras acciones, transmigra a otros cuerpos, ya sea divinos, humanos, animales o infernales y dentro de matices mágicos, estas figuras de reencarnación como comentamos anteriormente en los bardos tibetanos, son la noción de un devenir de conciencia, es el proceso por el cual el individuo permanece en una rueda de reencarnaciones, evitar el retorno a la ronda de las existencias, hacerla hasta lograr la pureza, lograr la liberación moksha. En términos mentales es la completa extinción de la individualidad sin la pérdida de la conciencia, liberación del mundo metafísico y de la condición donde el dolor, sufrimiento, angustia mental, samsara han cesado. Después de morir y vivir muchas veces aquel que alcanza la verdadera perfección regresa a la causa de todas las causas y de todo lo que existe (Atman), libre de la contaminación de las dualidades e ilusiones. En la liberación del samsara, se reconoce que todos los sufrimientos tienen un causa y toda iluminación tiene su camino, todo nace y muere como resultado de causas y de condiciones, por ejemplo, que no podemos no extinguirnos porque somos extinguibles, siendo una verdad no debe de causar sufrimiento, es cierto que es una noble verdad que el dolor no es opcional, pero sufrir sí. “¿Dónde está el origen de las tristezas, quejas, sufrimientos y angustias? El origen está en el apego obstinado a las cosas que tiene el hombre.”* Esta última frase es el origen del Samsara, liberarse implica afirmar la noción que nos muestran Las Enseñanzas de Buda, y del Dharma, cuerpo y alma aunque sujetos a los efectos de la serie de causas y condiciones puede mutar, ya que lo que está sujeto a cambios no tiene sustancia, las circunstancias no tienen límite, por ende en todo y todos existe en la posibilidad de la rueda. Referencias bibliográficas: Bokkyio Dendo Kyokai, Las Enseñanzas de Buda, Fundación de Estudios Tradicionales, Tokyo, 1989 * Diccionario de Filosofía, Dagobert D. Runes, ediciones tratados y manuales de Grijalbo, México 1960 El crepúsculo del siglo, Tangore, edición de la Universidad Nacional de México, 1924 La India Literaria,T. E. Rohde, Porrúa ed., 1978 La Perfección del Yoga, Prabhupada, The Bhaktivedanta Book trust, 1982

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